Maestro
Traduce este ruido a tu voz,
y llena de paz mis oídos.
Fortalece mi cuerpo con decisión,
y viraré hacia ti mis caminos.
Remueve estos espejos,
de mi espíritu quebrantadores.
Y concédeme tu rostro de reflejo,
para ver sobre mis limitaciones.
Enséñame, pues ya te escucho,
a reparar mi alma, con tus tiempos.
Y refuérzala con humildad y fe;
para despedir a mi soberbia
y desarmar mis miedos.